sábado, 16 de mayo de 2015

En que país viven?



Esa fue la pregunta retórica que se formuló el martes 12 de mayo, en su decimosexta cadena nacional en lo que va del año, la Presidenta de los argentinos Cristina Fernandez de Kirchner.  La formuló a manera de reproche contra los dirigentes de distintas organizaciones sindicales que reclaman aumentos salariales superiores al treinta por ciento. Y se lo preguntó al traer por ejemplo, las pautas salariales que el Ministro de Economía Español tiene pensado para los salarios de los trabajadores de aquel país, no exceden del dos por ciento anual de aquí al año dos mil dieciocho.
En esa pregunta que no buscaba respuesta, sino la convalidación implícita de los aplaudidores oficiales, buscó la complicidad servil del Secretario General de la C.T.A. oficialista, Hugo Yasky. Menudo favor le hizo al dirigente docente, a quien sus bases le reclaman en todo el país  autonomía frente las políticas oficiales, para ponerse al frente de las luchas de quienes en definitiva son sus representados. Yasky, al igual que el Secretario General de la otrora poderosa Unión Obrera Metalurgica Antonio Caló, no terminan de poder hacer equilibrio en esa tensa cuerda al que la Presidenta los ha subido para transitar sin red. Una compleja tarea para la dirigencia  sindical oficialista, la de sostener las banderas de un modelo redistribuitivo, aceptando mansamente la concreta realidad de una política anti-inflacionaria, sostenida a través de los ajustes salariales.
Más alla de las elucubraciones presidenciales acerca de las bondades y generosidad de sus políticas de gobierno, si a su pregunta la Presidenta estuviera interesada en algunas respuestas (hecho que  se descarta de plano), es posible que algunas de ellas se pudieran encontrar en algunos de estos datos:  
- Se vive en un país que ha dejado de proporcionar los índices de pobreza, argumentando que brindarlos sería un acto de discriminación hacia quienes nada tienen y ya poco esperan.
-  Se vive en el país, donde en el mismo día donde la Presidenta se enojaba ante los reclamos salariales, la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados archivaba de un plumazo los pedidos de enjuiciamiento del múltiplemente procesado Vicepresidente de la República, el Canciller de la Nación y la Procuradora General . Todo ello a la par de consolidar la avanzada contra el más longevo de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, solicitándole un examen psicofisico, no contemplado en la Constitución Nacional pero que forma parte del manual de guerra de guerrillas de kirchnerismo contra todos su eventuales opositores.
- Se vive en el país, donde el Ministro de Economía en su versátil papel de neomarxista ajustador keynesiano, anuncia medidas sobre el impuesto a la ganancias que pagan más de un millón de trabajadores argentinos pero que de las cuales a diez días de su anuncio no se ha publicado una sola reglamentación acerca de su aplicación, vigencia y modalidad.
- Se vive el el país donde a cuatro meses de la muerte de un fiscal de la República, no se ha podido dilucidar si la misma fue producto de un suicidio o de un asesinato, pese a la cambiantes opiniones detectivescas de la Presidenta Argentina, y donde toda la maquinaria judicial se ha encargado de despachar a la tierra del olvido las denuncias por encubrimiento derivadas del bochornoso acuerdo firmada con la República Islámica de Irán, priorizandose la investigación sobre la víctima.
- Se vive en el país donde la industria de los juegos de azar, le impone condiciones a la clase política sin hacer distingo de banderías.  Al igual que los narcotraficantes, los dueños de los casinos exhiben vinculaciones societarias con las dirigencias partidarias, demasiado ávidas estas de encontrar fuentes de financiamiento clandestino de sus multimillonarias campañas políticas.
- Se vive en un país, donde las estadísticas oficiales de cualquier tipo son productos de imaginativos literatos, donde el País de la Marravillas tiene color celeste y blanco.
A que distancia vive el país real, anestesiado ante la injusticia y la impunidad de aquel país imaginado en los despachos oficiales?  La respuesta quizás la debamos encontrar en los hechos, más allá de todo discurso.

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