domingo, 7 de junio de 2015

DIA DEL PERIODISTA




Desde la adolescencia tuve cierta admiración hacia ese oficio. Quizás como resultado de la lecturas de  algunos de sus mejores representantes en distintos lugares del mundo,  O tal vez,por haber visto ciertos filmes que resaltaban muchas de las aristas más románticas de esta profesión. Lo más probable es,  que la mezcla de ambas cosas hizo que tuviera hacia esa actividad un respeto que lo salvaguardaba de críticas sobre ciertas miserias que las conductas de los mortales tiñen cualquier actividad humana.
Es cierto que esta mirada sobre el periodismo fue construida sobre la épica que a lo largo de los años envolvió a su actividad más representantiva y que hoy tiene para la opinión de muchos, los días contados. El periodismo gráfico, fundamentalmente a través de los diarios:fue la faceta  de la profesión que la definía con los trazos más gruesos.
Hoy, que los diarios de papel caen incesantemente en su circulación y su consumo parece destinado a determinados sectores con determinado nivel educativo, disposición de tiempo para consumirlos y un mayor poder adquisitivo; las estrellas de su firmamento han migrado decididamente hacia otros soportes. La televisión e Internet a traves de las ediciones digitales de los grandes medios y las redes sociales contienen a sus más caracterizados representantes. Pero si las modernas plataformas necesariamente, obligan a reprensar la forma de ejercitar el periodismo, existe una mutación más profunda y que invade a todas las maneras de ejercer la actividad.

Quizás ingenuamente, siempre pensé que el objetivo principal sobre el cual trabajaban los periodistas era la información. A partir de la búsqueda y hallazgo de la misma, la diferencia la marcaban quienes hacían de ella una herramienta para ilustrar a la sociedad sobre temas que desconocía o que quizás tenía una visión diferente. Con la información como materia prima, la primicia en las novedades o el inteligente desarrollo de ella; siempre pensé que lo fundamental eran los hechos. Y que no importaba si la noticia era perteneciente a la economía, la política, los deportes o el deporte. Cualquiera fuera el ambito del cual surgiera, la noticia y su desarrollo, marcaban la diferencia para poder identificar un buen periodista de otro con escasas luces. Y si la escritura de los hechos se realizaba con cierto vuelo estilistico, su autor seguramente terminaba más temprano que tarde merodeando el barrio de la literatura. Quizás esta mirada sobre el ejercicio del periodismo contenía una gran dosis de ingenuidad, o posiblemente esa práctica de la profesión haya muerto, tal vez nunca haya existido.
Siento hoy, que los importante no son hechos; son los periodistas. Su opinión sobre las cosas suenan más importantes que la noticias en sí.
Y esa transmutación, que quizás no es tal, porque quizás siempre las personalidades marcaron la impronta por sobre los talentos, los estilos y las noticias; han adquirido en los útlimos un peso tal que ya adquiere escasa relevancia sobre que se escribe o se habla, sino quien lo escribe o dice y por sobre todas las cosas desde cual trinchera ideológica se embandera cada uno.
En un imaginario partido, el denominado periodismo militante se enseñorea como triunfador con veleidades de perpetuidad, que transformar a algún escriba de un medio opositor en un aliado incondicional de las empresas donde esos trabajadores de prensa cobran sus salarios.
Para nada casual, esta posición define con claridad por lo menos dos temas; el primero es que al poder, el periodismo le molesta o le debería molestar ya que si se encuentra conforme con el, es que esos periodistas o medios, no ejercer el periodismo sino que hacen la veces de voceros de prensa o más vulgarmente trabajan de gacetilleros. Y ese ejercicio de la profesión los lleva a un camino muy difícil de sortear, es el de quedar absolutamente adherido al discurso oficialista, y que como todo el mundo reconoce en el mundo de la política, en el menú gastronómico de esa práctica profesional el plato preferencial son los batracios. Si bien es cierto y no desconocido por nadie que infinidad de medios opositores completan sus contenidos en pos de las defensas corporativas de los intereses económicos de los dueños de los medios. Medios, que hoy son en la mayoría de los casos la parte pública de holding absolutamente ramificados en cuantos a sus inversiones.

El problema del actualmente denominado periodismo militante, es que difiere sustancialmente a aquel a cual quiere referenciarse y que es el que fue llevado adelante desde trincheras que peleaban contra los poderes establecidos. El actual periodismo militante se ejerce por periodistas, modelos, actrices e intelectuales; a través de la correspondencia a suculentos sueldos que salen de los presupuestos estatales o de empresas privadas a las cuales si se le quitará la increíble pauta oficial que reciben en contraposición a su casi inexistente circulación o rating debería haber cerrado sus persianas a su tercero número o un mes de estar en el aire, no por estar condenado al minuto a minuto, sino porque no los lee ni los mira nadie.
El segundo aspecto es casi un tema cronológico, decenas de periodistas que fueron protagonistas de una epoca para ellos maravillosa, y de la cual las cuentas pendientes con las historias se siguen acumulando sin que haya un atisbo de autocrítica; ven en este momento lo más parecido a lo que ellos quisieron alcanzar hacer cuarenta años, y desde reloj atrasado realizan todos sus análisis contando como una actualización los sueldos que por ello perciben.
Hoy, que casualmente se festeja el día del periodista, quizás como un estúpido deseo podría ser un buen signo que no tantos se sientan protagonistas de este festejo para mirarse al espejo y darse cuenta que se encuentran trabajando de otra cosa.
Analisis de las historias sin contextos, investigaciones elaboradas solo con elementos dados por los despachos oficiales, carencia total de señalar errores o denunciar negociados o  críticas para la defensa de negocios públicos o privados , condenas o redenciones según la disposición de los llamados telefónicos de sus patrones; eso es otra cosa. Y si esa labor se realiza con carencia de conocimientos o lisa y llanamente ignorancia sobre los hechos, mejor que vayan buscando otro día para celebrar o se   encuadren en otra actividad que no sea la de autodenominarse periodistas.