miércoles, 25 de noviembre de 2015

Cambio de inquilino


La noche del veintidós de noviembre de dos mil quince marcó la finalización, desde el aspecto formal, del ciclo que le tocó a la familia Kirchner protagonizar durante los últimos doce años comandando por tres períodos consecutivos los destinos del país.
Un escenario impensado al comienzos del año para el común de los votantes argentinos. El comienzo del verano criollo encontraba al ingeniero tercero en las encuestas y con serias dificultades para ser uno de los protagonistas de la segunda vuelta; tomando en consideración que la sensación térmica electoral lo hacía a Daniel Scioli casi candidato exclusivo para colocarse la banda presidencial el diez de diciembre próximo.
Pasado un par de días de la victoria de Cambiemos, desde el Frente para la Victoria se ha ensayado casi una única razón para esta derrota; el electorado que por escasa margen (poco más de dos puntos) ha elegido a su verdugo para que este implemente una artillería de medidas que tendrán un único objetivo: transformar sus vidas en un sinfín de penurias, entregándole el control del Estado a los grupos económicos más concentrados para que estos renueven su histórica pulsión de saquear las riquezas del país.
Amparados en su cosecha del cuarenta y nueve por ciento de los votos; la definición tajante remarcada sostenidamente es que somos la mitad del país, y de nuestros lado están los que luchan, los más necesitados y del otro lado quedaron los que desde siempre han tenido su ADN antiperonista, las clases medias resentidas y aquellos que traicionan a sus orígenes con su idílico afán de ser parte de un sector social que jamás los contarán como tropa propia.
Desde las tribunas vencedoras, un mensaje impregnado de alegría y cambio de época, basado en la variación del humor electoral sustentado básicamente  en el triunfo y el poder todopoderoso que le han otorgado a una palabra pareciera ser la solución mágicas a todas los problemas argentinos: CAMBIO.
Más allá de estos primeros fuegos de artificios, queda para el futuro y cuando las pasiones tengan una temperatura menor a las todavía existentes, cual será el verdadero programa de gobierno de PRO ante una situación social de dista (a pesar de los dichos del todavía hoy oficialismo) de ser ideal.
Quedará para los fértiles tierras de la ficción política saber si a Daniel Scioli, una campaña con quince días más de tiempo, podrían haberle permitido perforar las simpatías por los candidatos de Cambiemos, usando como ariete su principal espada discursiva utilizada durante los últimos veinte días de campaña,y que consistió en remarcar que Macri era la megadevaluación, el regreso del ajuste neoliberal noventista, la quita de subsidios para las clases más necesidades, la pérdida de los distintos planes sociales para los sectores más sumergidos y la casi extinción de la Asignación Universal por Hijo, la reprivatización de las empresas estatales nacionalizadas por el Kirchnerismo , la entrega sin condiciones ante los estrados del Juez Griessa a la voluntad colonialista de los fondos buitres y el nuevo ciclo de endeudamiento con los organismo internacionales que impusieron las políticas económicas del país a los largo de más una década durante los años noventa.
El F.P.V. luego de los sorpresivos resultados de la primera vuelta, en la que perdieron la provincia de Buenos Aires y la anunciada por todas las encuestas sustancial ventaja de Scioli sobre el candidato del PRO que transformaba en la incógnita más fuerte de aquel domingo si el F.P.V. podía festejar o no la obtención de la Presidencia de la Nación en la primera vuelta, todo quedó en una simple expresión de deseos que obligaba a revertir el tono de la campaña y recuperar un terreno donde el kichnerismo fue dueño casi exclusivo durante estos doce años, la calle.
Luego de aquella noche, el oficialismo sin poder cicatrizar adecuadamente y con falta de tiempo para realizar la correspondiente autocrítica que permitieran tomar los datos más significativos que, por errores propios, llevar a la derrota en la gobernación bonaerense y a lograr una escas diferencia en la carrera presidencial que obligaba a concurrir a un balotage con resultado incierto.
En el tiempo transcurrido entre la primera y segunda vuelta, ambos candidatos adquirieron varias conductas afines. La primera y más evidente, tomar como propias dos o tres ideas que hasta ese momento habían sido propiedad exclusiva del tercer candidato en discusión, Sergio Massa.
De esta manera el ochenta y dos por ciento de las jubilaciones, estuvieron en la agenda de Scioli y de Macri. Hecho que hasta ahora había estado ausente que por distintos motivos. Al primer intento de Scioli de sostener esa bandera, la Presidente Cristina Fernandez tardó solamente algo mas de cinco horas, para declararse honrada de haber vetado la reinstalación de ese cálculo jubilatorio que había sido aprobado en el Congreso de la Nación.
El silencio de Macri al respecto, hasta la recta final de la campaña, era parte de su concreto y poco publicitado plan económico que no tenía como prioridad otorgar ese modo de defensa del poder adquisitivo de las jubilaciones.
Con la misma pasión abrazaron el incremento de los pisos del impuesto a las ganancias, que permitiera un desahogo a los sectores asalariados de medios y altos ingresos.
Aerolineas Argentinas, la ampliación de beneficiarios de la Asignación Universal por hijo, la inversión  en la radarización de las diezmadas fronteras que se transformaron en una puerta abiertas de par en par donde el narcotráfico entró de manera constante en el territorio nacional con la complicidad de las distintas fuerzas de seguridad, la justicia y la clase política
Quedó tapado bajo un par de alfombras, la coincidencia de los equipos económicos de ambos sobre el diagnóstico de la herencia que deja el kirchnerismo. Mario Blejer, Miguel Bein del lado de Scioli no diferìan demasiado con los datos en poder de Alfonso Prat Gay, Carlos Melconian y.Federico Adolfo Sturzenegger. Aunque Scioli quisiera otorgarle la paternidad sobre una devaluación del peso al candidato del Pro, sus propios asesores sostenían al mismo tiempo la inevitabilidad de la medida, coincidencias que se extendían a la necesidad de conseguir financiación exterior para poder readecuar la estructura enérgetica que el kirchnerismo abondonó al punto de la obsolescencia por carecer de entrada de capitales suficientes  para sostener obras de infraestructura necesarias.  
Posiblemente con el presidente electo haya un cambio en las formas,es necesario desmenuzar desde el primer minuto que no sea la gestación de un nuevo relato. Porque el que fenece el diez de diciembre, tuvo la cómoda construcción que le permitió el pueblo argentino, y por el cual hizo la vista gorda a una corrupción escandalosa en canje de un período de consumo inédito en los últimos sesenta años

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