miércoles, 28 de octubre de 2015

Zelig Presidente



En menos de treinta días   los argentinos definiremos, quien será finalmente  el hombre de quien conducirá los destinos del país durante los próximos cuatro años, y el film "Zelig vuelve una y otra vez a mi memoria.
Luego de aquella, extensa hasta el hartazgo, tarde noche del 25 de octubre; en donde se destrozaron el ya escaso y magullado prestigio de las principales encuestadoras sorprendiendo por igual a las huestes amarillas y naranjas; los dos candidatos sobrevivientes para protagonizar la batalla final se han camuflado con iguales dotes sobrenaturales a las que Allen lo dotó al protagonista de aquella película.
Para el PRO la victoria en la provincia de Buenos Aires, amén de la sorpresa que le generó más allá de los discursos de ocasión, le significó haberle propinado al Peronismo su mayor debacle electoral desde aquella que sufrió Herminio Iglesias a manos de un ignoto Alejandro Armendariz en los albores del restablecimiento democrático. La conquista electoral sobre el inexpugnable bastión bonaerense los puso en estado de situación acerca de la perentoria necesidad de reclutar cuadros propios y extraños para ocupar toda la grilla necesaria para administrar el Estado Provincial más grande territorial y poblacionalmente hablando y con mayor grado de necesidades sociales a satisfacer.
La victoria de la actual Vice Jefa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre el Jefe de Gabinete del Gobierno Nacional, encendió toda clase de alarmas en el oficialismo. Contemporáneamente a esa Victoria, sobrevinieron la caída de varios de los barones del conurbano a quienes los municipios que manejarán hasta el 10 de diciembre siempre los consideraron parte inseparable de su patrimonio personal. Así la caída de Pablo Bruera en La Plata, Jesús Cariglino en Malvinas Argentinas, Raúl Othacehe en Merlo, Hugo Curto en Tres de Febrero, sumada a la caída del clan Sabatella en Morón y la Francisco Gutierrez en Quilmes; dejaba al descubierto un hartazgo sobre las monarquías territoriales que desde el mismo momento en que se terminaron de contar los votos, pusieron todas sus energías dirigidas a dejarle el terreno minado a su sucesor, sin importar que el vencedor fuera de una fuerza política opositora o de su mismo signo político. Ocupación de terrenos, pase a planta permanente de miles de contratados, suspensión en la recolección de residuos, destrucción de documentos, desaparición de elementos pertenecientes al erario municipal; fueron el menú de ocasión para explicitar de manera furiosa su descontento contra los resultados electorales.
Así no resulta un dato menor que, en los dos distritos a los que pertenecen los integrantes de la fórmula oficialista a la gobernación, la derrota del Frente para la Victoria lo fuera de manera contundente.
Como si estos datos no hubieran sido suficientes, de manera simultanea y después de una inexplicable demora en la difusión de los resultados electorales que se hicieron conocidos solo después de las 23 hs. los primeros porcentajes del total escrutado en la carrera presidencial provocaban estupor en el oficialismo y perplejidad en la oposición. Cuando las autoridades electorales se dignaron a publicitar los datos, que de acuerdo a los resultados que se iban proporcionando , se convertía en la única razón que justificaban tamaña demora, la inicial ventaja de Mauricio Macri sobre Daniel Scioli por tres puntos, le otorgaba la sensación de un tsunami electoral para el oficialismo que ponía contra las cuerdas el proyecto de la continuidad hegemónica del kirchnerismo. Sensación que no varió demasiado,al conocerse veinticuatro horas después con la finalización del conteo de votos en todo el país, y la ventaja definitiva a favor de Scioli por casi tres puntos Para el oficialismo  que esperaba llegar a la medianoche de ese domingo con la Presidencia del País en el bolsillo, una apretada victoria fue interpretada como una segura derrota en la segunda vuelta.
No terminaron de transcurrir veinticuatro horas desde ese comicio, para que el espíritu de Zelig se apoderara de los dos candidatos.
La primera señal la dió Daniel Scioli, quien desafío a debatir con Mauricio Macri guante que el candidato de PRO recogió; actitud del FPV diametralmente opuesta a la asumida dos meses antes de la primera vuelta. En aquella oportunidad, cumpliendo la máxima de la política argentina y sintiéndose seguro y cómodo ganador , Scioli rechazó debatir porque quien se siente ganador no debate con nadie.
Macri comenzó su camaneleonica transformación defendiendo medidas del oficialismo, hasta hace algunos días defenestradas ( defensa de Asignación Universal por Hijo, estatización de Y.P.F., nacionalización de los fondos jubilatorios, etc...) mandando a esconder detrás la cortina a la mayoría de sus economistas , quienes tras cada una de sus declaraciones en defensa de los valores del libre mercado,  le fueron provocando uno tras otro dolores de cabeza que obligabandolo a responder con evasivas y frases esperanzadoras vacías de contenido que lo asimilan al viejo Scioli que con su celeberrima frase "con fe y con esperanza" daba por contestadas todas las preguntas que le realizaron los periodistas durante los últimos doce años, más allá que el tema a tratar fuera seguridad, narcotráfico, pobreza, distribución de la riqueza o el posible ganador de "Gran Hermano".
Scioli, por el contrario y luego de superar el estupor que lo sumergió en un depresión hasta ahora desconocida por el, decidió reafirmarse en el discurso del kirchnerismo más duro y transformarse en el gran reaseguro de que nada de lo hasta hoy realizado tendrá alteraciones, sin perjuicio que su economistas tiene mayores coincidencias con su colegas del PRO que con las politicas de Kicilof.
A pocas horas del primer debate presidencial, la criatura creada por Woody se ha apoderado de ambos candidatos presidenciales, solo resta saber que camaleón tiene más seducción para el electorado argentino.




















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